domingo, 27 de marzo de 2011

El equinoccio de primavera

Antes de comenzar con esta entrada, ofrezco mis disculpas a mis 10 millones de seguidores, perdón 10 seguidores, por omitir un mes de  mi estancia aquí, no porque se me haya olvidado, la razón es que en esos días no pasó nada interesante; los recuerdo y veo esa bola de monte que corre por el desierto en las películas de vaqueros. Pasados unos 10 días de haber comenzado a trabajar en la galería, salí con unos amigos al teatro Armando Manzanero a un concierto de canciones de la OTI. Aquello era todo un show, la gente parecía poseída por el espíritu de la iglesia Pare de Sufrir, cantando canciones con letras de autoayuda a todo pulmón. Yo me senté tranquilita y lo disfruté. Así dejamos el teatro y dos de mis amigos quedaron en buscarme el día siguiente, lunes 21 de marzo a las 5.20 am para presenciar el equinoccio de primavera en las ruinas mayas de Dzibilchaltún. Regresé a casa a investigar, le pregunté a mi amigo Google qué iba a pasar. Me explicó que el equinoccio no tenía nada que ver con caballos y me dijo que había un templo llamado templo de las 7 muñecas por cuyo centro se posiciona extactamente el sol durante los equinoccios y que sucede solo 2 veces al año. Me fui feliz a la camita para despertar temprano a mi decadente humanidad.

El templo de las 7 muñecas
Salí de casa como acordamos a las 5.20 envuelta como hallaca en un gufandota (bufandota en gocho) que me regaló mi amigo Pedro Luis. Los muchachos tardaban en llegar y yo comenzaba a impacientarme al ver la proximidad del amanecer. Diez minutos más tarde llegaron y nos pusimos en modo Flash Gordon y partimos a las ruinas. Como era de esperarse, no había lugar donde estacionarse y tuvimos que dejar el carro botado en la plaza del pueblo y correr como cuando avisan que hay leche en polvo en los supermercados en Venezuela (al igual que los equinoccios, dos veces al año) para alcanzar a ver el fenómeno. Había demasiada gente, la gran mayoría vestida de blanco que estaba ahí para purificarse y recargarse de energía en ese preciso momento. A medida que el sol llegaba a la ventanita central del templo, comencé a sentir una sensación muy poderosa, no por el equinoccio ni por la purificación, sino por un papacito que estaba a mi lado que me desconcentraba. Se escuchaba hablar inmumerables cantidad de idiomas alrededor y español con muchos acentos, el ambiente era heterogeneamente agradable. De allí partimos a recorrer el lugar e ideamos un sistema de elección de individuos atractivos, pretendíamos tener un carrito de supermercado y cada vez que encontrábamos un buen producto nacional o importado, decíamos "lo meto en el carrito, lo compro". Como verán, siempre muy intelectuales.

Papacito purificador
Caminamos y nos pegamos a un señor que hablaba con mucha propiedad para poder enterarnos de la historia de las ruinas; es una nueva modalidad de aprendizaje y de llama el "pare la oreja arqueológico", todo un hit de esta temporada. Vimos un iglesia que construyeron los españoles dentro del sitio arqueológico, diversos edificios, la cancha del juego de pelota maya y partimos al cenote que está dentro de las ruinas. 

Niños en la cancha del juego de pelota maya
Inicialmente yo iba muy emocionada por ir a echarme un chapuzón en el cenote. Llevaba en mi bolso mi traje de baño de los años 20 con el gorro de piscina de Marge Simpson pero resultó estar cerrado ese día por la gran afluencia de personas. No vayan a creer como yo, que el cenote es una gran glándula mamaria, no. En realidad es una suerte de piscina natural que se forma por la erosión que causan los ríos subterráneos en el subsuelo y deja salir agua cristalina y purísima. La gente cree que no tienen fondo e incluso he llegado a escuchar cuentos muy terribles de cosas que lanzan dentro de los cenotes. 

Cenote Dzibilchaltún
Seguimos caminando por el sitio mientras disfrutábamos del paisaje y la frescura matinal. Fuimos a la tiendita y a ver el museo del sitio, que también estaba cerrado y ya decidimos partir con la corriente del río de personas. Ya en la salida, compramos naranjas dulces con chile en polvo y kibbis de trigo bulgol, buenísimos. Apenas comenzaba el día, el mismo que resultó ser hasta hoy el mejor de mi estadía en Mérida aunque aquí se acabe la historia porque ya es muy tarde y me toca ir a planchar oreja.

1 comentario:

  1. 21 de marzo dia de mi cumpleaños que no se te olvide dia de la primavera mana ja ja ja

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